Nuestra piel está protegida por el manto hidrolipídico. Una combinación de lípidos, ceramidas y agua. Diversos factores tanto extrínsecos (detergentes, climatología) como intrínsecos (alimentación desequilibrada, enfermedades, ingesta insuficiente de líquidos) pueden hacer que esta emulsión se separe, es decir, el agua se evapora dando lugar a una piel deshidratada.
Las pieles deshidratadas se presentan, un tanto ásperas al tacto, ligeramente enrojecidas, descamadas y con sensación de tirantez, incluso picor.
La deshidratación puede darse tanto en pieles grasas como en pieles secas. No obstante es bien cierto, que las pieles grasas suelen sufrir más número de veces esta anomalía, debido a una mayor tendencia al uso de limpiadoras jabonosas y al no uso de cremas faciales, por no engrasar más la piel.
El éxito de una piel sana, bonita y equilibrada, pasa porque esté hidratada.
La hidratación es fundamental, en cualquier tipo de piel o
edad.
Escojamos una limpiadora de acuerdo a nuestro tipo de piel.
En general los aceites como el de jojoba u oliva en pieles secas cumplen muy bien esta
función. Por otro lado, los jabones artesanos hechos también con aceites
vegetales, gustan mucho en pieles mixtas
o grasas.Después de utilizar un producto de limpieza en nuestro cutis, aunque sea suave, el ph de la piel se altera y conviene devolverle su punto neutro. Si no aplicáramos seguidamente una hidratante, de forma natural la piel tendería a formar más ácido para regularse.
Es fundamental el uso de una crema, emulsión o aceite que hidrate, nutra y proteja nuestra piel.
Aceites de almendras dulces, argán, aguacate para pieles secas o delicadas y el aceite de jojoba, avellana o el gel puro de aloe vera, son los más indicados para hidratar las pieles grasas.
Las emulsiones The
Theresa, cumplen perfectamente la función de hidratación, ya que además de
ricos aceites vegetales, se les añaden aceites esenciales potenciando así sus
funciones.
Por: Sandra Sanchís
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